lunes, 24 de marzo de 2014

Moiras del DEstino


                                            El Triunfo de la Muerte o Los 3 Destinos. Tapiz flamenco (ca. 1510 - 1520).


En principio, las Moiras eran concebidas como divinidades indeterminadas y abstractas, quizá incluso como una sola diosa. En la Ilíada de Homero se habla generalmente de "la Moira", que hila la hebra de la vida para los hombres en su nacimiento1 (μοῖρα κραταιή, moera Krataia: ‘poderosa Moira’).2 En la Odisea hay una referencia a las Klôthes (Κλῶθές) o hilanderas.3 En Delfos sólo se rendía culto a dos: la moira del nacimiento y la de la muerte.4 En Atenas, la diosa Afrodita era considerada la mayor de ellas en su aspecto de Afrodita Urania, según la Descripción de Grecia de Pausanias.5
Una vez su número se hubo establecido en tres,6 los nombres y atributos de las Moiras quedaron fijados:
Cloto (Κλωθώ, ‘hilandera’) hilaba la hebra de vida con una rueca y un huso. Su equivalente romana era Nona, originalmente invocada en el noveno mes de gestación.
Láquesis (Λάχεσις, ‘la que echa a suertes’) medía con su vara la longitud del hilo de la vida. Su equivalente romana era Décima, análoga a Nona.
Átropos (Ἄτροπος, ‘inexorable’ o ‘inevitable’, literalmente ‘que no gira’,7 a veces llamada Aisa) era quien cortaba el hilo de la vida. Elegía la forma en que moría cada hombre, seccionando la hebra con sus «detestables tijeras» cuando llegaba la hora. En ocasiones se la confundía con Enio, una de las Grayas.8 Su equivalente romana era Morta (‘Muerte’), y es a quien va referida la expresión "la Parca" en singular.
En la tradición griega, se aparecían tres noches después del alumbramiento de un niño para determinar el curso de su vida. En origen muy bien podrían haber sido diosas de los nacimientos, adquiriendo más tarde su papel como verdaderas señoras del destino. Por todo ello, y en especial por el predominante papel de Átropos, las Moiras inspiraban gran temor y reverencia, aunque podían ser adoradas como otras diosas: las novias atenienses les ofrecían mechones de pelo y las mujeres juraban por ellas.
Un texto bilingüe eteocretense9 tiene la traducción griega Ομοσαι δαπερ Ενορκίοισι (Omosai d-haper Enorkioisi, ‘pero puede jurar [estas] mismas cosas a las Guardianas de Juramentos’). En eteocretense esto se escribe —S|TUPRMĒRIĒIA, donde MĒRIĒIA puede aludir a las divinidades que los helenos conocían como las Moiras.
Diversas versiones de las Moiras existieron en los niveles mitológicos europeos más antiguos. Es imposible no relacionarlas con otras diosas hilanderas del destino indoeuropeas, como las Nornas en la mitología nórdica o la diosa báltica Laima y sus dos hermanas.


Las Moiras también eran temidas y respetadas por los dioses. El mismo Zeus estaba sujeto a sus designios, según admitió una vez la sacerdotisa pitia de Delfos. Hesíodo se refería a ellas como «las Moiras, a quienes el sabio Zeus dio los mayores honores»10 (aunque ninguna obra clásica precisa hasta qué punto exacto los propios inmortales estaban sometidos a los caprichos de las Moiras, y cabría asimismo esperar que su relación con Zeus no fuese inmutable en el tiempo).
Sin embargo, un presunto epíteto del rey de los dioses, Zeus Moiragetes (‘Zeus Dador de Destino’), fue plasmado en el siglo II por Pausanias a raíz de una inscripción que contemplara en Olimpia:
Cuando se llega al punto de partida de las carreras de carros, hay un altar con la inscripción "Al Dador de Destino".11
También se refirió a los relieves esculpidos en el templo de Zeus en Megara, citando que «sobre la cabeza de Zeus están las Horas y las Moiras, y todos pueden ver que es el único dios obedecido por éstas». Igualmente advirtió que había un santuario de las Moiras a las puertas de Tebas, contiguo al de Zeus;12 mientras que el del dios contaba con representación escultórica, el de la tríada no.
Los griegos afirmaban variadamente que las Moiras eran hijas de seres primordiales como Nix (la Noche), Caos o Ananké (la Necesidad) —H. J. Rose escribe que Nix era la madre de las Moiras,13 al igual que de las Erinias, en la tradición órfica—, si bien algunos mitógrafos posteriores fueron tan lejos como para afirmar que las Moiras eran hijas de Zeus, junto con bien Ananké o, como Hesíodo señala en un pasaje,14 con Temis (la Justicia) o con Nix.
De los testimonios de Pausanias y de esta segunda vertiente genealógica se infiere la preeminencia de Zeus respecto de las Moiras y su potestad, lo cual no se corresponde con lo que nos ha llegado de los cultos y tradiciones más antiguos, en los que se nos presenta a las Moiras como divinidades primigenias o ctónicas al margen del devenir y de la voluntad del resto de dioses. 
                                                                   
Esta postura tampoco era aceptable para Esquilo, Heródoto o Platón, que consideraban a Zeus conocedor y administrador del destino de los hombres en tanto soberano del orden establecido, pero no decisor último del mismo. En efecto, tanto él como el resto de inmortales podían dispensar al ser humano dichas, aflicciones, recompensas y castigos; pero lo que cada hombre podría o no conseguir a lo largo de su existencia, el límite temporal a ésta y su finalidad predeterminada eran competencia exclusiva de las Moiras.

ÍCARO




Dédalo era el arquitecto, artesano e inventor muy hábil que vivía en Atenas. Aprendió su arte de la misma diosa Atenea. Era famoso por construir el laberinto de Creta e inventar naves que navegaban bajo el mar. Se casó con una mujer de Creta, Ariadna y tuvo dos hijos llamados Ícaro y Yápige.


Su sobrino Talos era su discípulo, gozaba del don de la creación, era la clase de hijo con que Dédalo soñaba. Pero pronto resultó mas inteligente que el mismo Dédalo, porque con solo doce años de edad invento la sierra, inspirándose en la espina de los peces; sintió mucha envidia de él tras compararlo con su hijo.
Una noche subieron el tejado y desde allí; divisando Atenas,veían las aves e imaginaban distintos mecanismos para volar.Ícaro se marchó cansado, y después de engañar Dédalo a Talos,lo mató empujándole desde lo alto del tejado de la Acrópolis.Al darse cuenta del gran error que había cometido, para evitar ser castigado por los atenienses,huyeron a la isla de Creta, donde el rey Minos los recibió muy amistosamente y les encargaron muchos trabajos.

El rey Minos, que había ofendido al rey Poseidón, recibió como venganza que la reina Pasifae, su esposa, se enamorara de un toro. Fruto de este amor nació el Minotauro, un monstruo mitad hombre y mitad toro.
Durante la estancia de Dédalo e Ícaro en Creta, el rey Minos les reveló que tenía que encerrar al Minotauro.Para encerrarlo, Minos ordenó a Dédalo construir un laberinto formado por muchísimos pasadizos dispuestos de una forma tan complicada que era imposible encontrar la salida. Pero Minos, para que nadie supiera como salir de él, encerró también a Dédalo y a su hijo Ícaro.

Estuvieron allí encerrados durante mucho tiempo.Desesperados por salir,se le ocurrió a Dédalo la idea de fabricar unas alas, con plumas de pájaros y cera de abejas, con las que podrían escapar volando del laberinto de Creta.

Antes de salir,Dédalo le advirtió a su hijo Ícaro que no volara demasiado alto, porque si se acercaba al Sol, la cera de sus alas se derretiría y tampoco demasiado bajo porque las alas se les mojarían, y se harían demasiado pesadas para poder volar.

Empezaron el viaje y al principio Ícaro obedeció sus consejos, volaba al lado suyo, pero después empezó a volar cada vez más alto y olvidándose de los consejos de su padre, se acercó tanto al Sol que se derritió la cera que sujetaba  las plumas de sus alas, cayó al mar y se ahogó.Dédalo recogió a su hijo y lo enterró en una pequeña isla que mas tarde recibió el nombre de Icaria.

Después de la muerte de Ícaro,Dédalo llegó a la isla de Sicilia, donde vivió hasta su muerte en la corte del rey Cócalo.